Un banquete para tiestes



Juro que seré capaz de ver, romper, las paredes ajadas, los llantos de mis hijos. Voy a recordarlos para siempre. Destrozaré las persianas que ahora cubren ese sol que coludió su muerte. Y voy a colgarme su rostro al corazón. Llorar, dices que es algo que hacen las mujeres y no los hombres como tú. ¿Entonces qué hacer cuando son mis propios hijos los que pagan el castigo en este campo de batalla repleto de mistagogos falsos? Y la cena está servida, no hagamos esperar a las visitas. Tiestes, sé que esto es un acto cruel, pero para mí es reparación porque a nadie le ha importado cuando el que sangra he sido yo, así que trágate a tus hijos porque en los humanos no se puede ya confiar. Ni entre hermanos ni entre amantes. Buenos días, tanto tiempo. Hablemos del clima y de otras cosas que no importan, si al final (al final) estamos todos fingiendo cariño. El salón es nuestro campo de batalla, somos solo dos personas que ahora luchan en distintos bandos. Ni tan hermanos ni tan amantes. Dime que no es cierto. Miénteme. Lentamente y con dulzura, miente. Dime que no es cierto. Y dime que no es verdad. Miénteme. Porque en este banquete nos hemos comido a nuestros hijos

0 comentarios: